lunes, 23 de septiembre de 2013

Querido México...

De La Regla 18

Escrito el 8 de septiembre de 2013

De una futbolera triste y de una mexicana frustrada:

El momento que vive el fútbol mexicano, es reflejo de los momentos que vive México como país. ¡Qué injusto, qué jodido y qué triste!

¿Se imaginan que le exigiéramos a la clase política del país, de la misma forma que le exigimos a los dirigentes de la Selección Nacional representativa de fútbol? ¿Se imaginan que nos exigiéramos como sociedad, al nivel que le exigimos a los seleccionados nacionales? Seríamos unos chingones. 

La relación éxito- fracaso de cualquier situación, comprende una línea muy delgada en donde influyen las acciones de todas las partes involucradas. El avance virtuoso de un país, según sus intereses particulares, es consecuencia de lo que realiza el pueblo y sus gobernantes, colocados jerárquicamente por encima de la democracia (Etimológicamente: demos «pueblo», kratia «poder». “El poder del pueblo”). En ningún caso se obtiene excluyendo la participación activa de alguna de las partes.

En el campo de la política, gobernar significa guiar o dirigir. El gobierno tiene la obligación de unificar y encaminar a su pueblo en una determinada situación al fin de obtener un beneficio general. El pueblo tiene la obligación de responder a la causa. La responsabilidad se vuelve colectiva y el éxito depende de ambas partes. Es más sencillo de lo que parece, sin embargo, la perseverancia y el respeto, llegan a confundirse con arrogancia y ambición.

México económica, política y socialmente está hundido en una crisis que propicia las condiciones de malestar que absorbe la gran mayoría de la población del país. La culpa es de esos cuantos situados en posición de gobernar que encuentran en ella la posibilidad de atraer a ciertos sectores del pueblo, con la promesa de encontrar en el camino el “éxito” que se busca. Se convierte en un juego que únicamente responde a los beneficios particulares. Gandhi decía: “Su mayor equivocación es creer que no hay ninguna relación entre el fin y los medios […]. Es como si pretendieran que de una mala hierba brotara una rosa […]. Los medios son como la semilla y el fin como el árbol. Entre el fin y los medios hay una relación tan inaudible como entre el árbol y la semilla […]. Se recoge exactamente lo que se siembra.”

“El fútbol es lo más importante, de lo menos importante”, pero nos duele más ver la posibilidad de quedar fuera de una Copa del Mundo, que ver la cruda y deplorable realidad de nuestro país. Mal entendemos el objetivo del juego y lo usamos como evasivo. Buscamos culpabilidad en la dirigencia del equipo. Es como olvidarnos del pueblo y culpar sólo a los gobernantes. Los jugadores y el pueblo se convierten en la víctima, los gobernantes y los dirigentes en los victimarios.

Si tuviéramos la convicción individual de exigirle al gobierno, de la misma forma que le exigimos a la cabecera de la Selección Nacional de fútbol, tendríamos la obligación de exigirle al pueblo, de la misma forma que le exigimos a los jugadores que la conforman. Cambiaríamos todos de victimas a victimarios y encontraríamos la respuesta al problema que nos habita.

Es sorprendente ver gente con una trayectoria moral e intelectual significativa en distintos ámbitos de la historia de México, pedir y hasta exigir la dimisión del Director Técnico de la Selección mexicana como si ese fuera el paso propicio para resolver la crisis futbolística. Es correspondiente a exigir la dimisión de un Gobernador o hasta la del Presidente de la República, esperando así resolver la crisis económica, política y social.

En este mundo la equidad es tomada en cuenta como conductora moral de la sociedad y hay que actuar en consecuencia. Hay que ser justos a la hora de señalar culpables y no hay que eximir de responsabilidad a quienes la tienen.

El país no está roto y tampoco la Selección. Imposible se vuelve reparar algo cuando este ha perdido hasta la que parece la más insignificante de sus piezas. En México seguro hay y hay con qué. Sólo basta entender el papel que desempeña cada uno en su posición y exigirlo hasta el punto más alto de sus limitaciones.

A pesar de lo que representa económicamente la Selección para el país, nos enfocamos estrictamente a lo deportivo porque como aficionados es lo que nos interesa. Lo futbolístico es reflejo de la realidad, porque el compromiso que representa pertenecer a la Selección acusa a la unidad y México está más desunido que nunca.

La vida es una rueda de la fortuna. La diferencia es que no todos estamos subidos en la misma, ni vamos a la misma velocidad ni en la misma dirección. México está descendiendo o posiblemente llegó al punto más bajo de su propio ciclo. La incógnita gira en torno al tiempo y en esa vuelta suceden cosas inesperadas. El error radica en nuestra tonta ilusión de pensar que vamos en la misma rueda que las consagradas potencias mundiales o las endebles naciones del mundo. México pasa del punto más bajo al más alto de su ciclo y viceversa. Escribe su historia en pasajes que comprenden alegrías efímeras o golpes simbólicos de alevosía. La intolerancia acaba por dejar inconclusos ciclos que probablemente significaban éxitos. Somos un país acostumbrado al fracaso y al “ya merito". Nos complace la comodidad y nos aterra reclamar trascendencia, quizá, porque nos resulta un campo desconocido. México resurge en su camino por volver a la cima, que no es la gloria, sino el tope de su exigencia.

Estamos todos irradiando coraje, molestia y tristeza. No es para menos ni es para más. Es momento de que como mexicanos, ciudadanos y aficionados, nos comprometamos a convertir el reflejo del país en lo futbolístico, a tiempo y espacio de compromiso y exigencia.

“Éramos todos muy amigos, nos gustaba jugar juntos, la pasábamos bien reunidos, intentábamos hacerlo lo mejor posible. Atacar mucho y luego recuperarla con la ilusión de volver a atacar y esperábamos la compañía de la suerte. Ese es el fútbol, muchachos.", dijo alguna vez Marcelo Bielsa. 

Y es que parece tan fácil, que sí se puede.

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